El fraserío de la Semana

AMA
SE LEAL
DISFRUTA
AYUDA
Y VIVE

viernes, 6 de febrero de 2009

Marco tomò su mano, y la llevò a su corazòn. Fijò sus ojos en los de ella, y apenas moviendo los labios, le dijo: esto es tuyo.
Lentamente retrocediò, a cada paso, sus cuerpos se alejaban. Sus manos quedaron un ùltimo segundo fìrmemente unidas, hasta que la distancia los separò demasiado. Sus lagrimas formaron pequeños charquitos en el empedrado.

Marco esperò el momento justo para extender el arma, era entonces o nunca, pero fue inutil, la guardia lo interceptò. Intentò resistirse, en vano disparò contra el Capitan, le fallò doblemente el destino, la pòlvora explotò en su mano, astillàndosela. Con arrojo intentò defenderse, pero lo rodearon. Armàndose de valor, concentrò su alma y su espìritu en un sòlo grito: ¡viva la repùblica Muera el Emperador! y sacò de su bota un puñal que se clavò en el corazòn. El Capitàn mirò con resignaciòn como se le escapaba la vida, y ordenò que su cuerpo fuera registrado, desnudado, descuartizado y que sus partes se extendieran por los 6 barrios de la metròpoli.

Las verduras rodaron por el suelo, las frutas se aplastaron contra las piedras y un perro àgil se robò el pan. Pero en lo ùltimo en que pensò Sofìa era en las compras del mercado que se habìan caido. En frente suyo, lo observaba impasible el rostro del ser amado. Las moscas revoloteaban al rededor de la cuenca de sus ojos. El grito fue tan desgarrador que se escuchò en los 4 confines del planeta. Llegò a su casa, e histèrica, comenzò a arañarse el cuerpo y tirarse de los pelos. Alcanzò un cuchillo y se lo clavò en el pecho. Luego, atravesò las paredes de madera y ladrillos, atravesò las calles y las murallas de granito, atravesò las colùmnas de màrmol y los tapices exòticos, hasta llegar a la Cámara Dorada. El Emperador se encontraba en plena sesiòn con sus consejeros cuando ella se apareciò a traves del portòn de cedro. Se acercò hacia donde el mismo atònito la observaba, y depositò un puñal de hierro y acero real en sus rodillas, agregàndole las palabras en un susurro espectral: "hay algo mucho màs fuerte que todo lo que usted conoce".

Esa noche, el Emperador se quitò la vida. El imperio se viò divido en guerras de suseciòn, y los escecionistas y rebeldes lograron recuperar la independencia de las tres repùblicas sometidas.
Y todo porque una muchacha enclenque y debilucha, supo, màs allà del valor y el orgullo de todos los grandes luchadores, que el Amor, es un poder mucho màs grande que cualquier otro.

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