El fraserío de la Semana

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martes, 29 de septiembre de 2009

Ha Pasado El Tiempo.

Apenas han pasado algunos meses desde que Scalabrini cerró, y para mi fueron siglos.
Y todo este tiempo, sentí que no le había dado un final adecuado.
Ese final, quizá esté todavía pendiente; acaso algún poema póstumo, o algún bello epitafio adorne la entrada de este Blog, al visitante curioso que por aquí se pase.
Pero mientras tanto, este texto servirá.
Scalabrini, me marcó. Scalabrini fui yo como nunca. Este Blog tuvo sus bellezas y sus aberraciones, al igual que yo, fue cíclico. Y por eso lo amo, y estará siempre en mi corazón, porque nunca, nunca página, texto o escrito fue tan mío, fue tan yo, con mis cavilaciones, mis dudas, mi inseguridad, mi seguridad, mi alegría, mi tristeza, mi arte, mi yo, YO, nunca nada fue tan YO, como este blog.
Dicen por ahí que cada uno tiene un verdadero nombre, yo descubrí el mío; Scalabrini.
Muchas cosas faltaron quizá, pero no lo veo incompleto, Scalabrini está terminado, así lo siento, no tengo ningún deseo de agregarle nada, porque sería redundancia. Hubiese querido, pues fue y es mi deseo, aclarar el orígen de este título, que para mí significa mucho, ya que por siempre, seguirá representándome. Pero acaso lo haga ahora. Acaso ese sea mi poema, prosa, o mensaje póstumo. O no.

Scalabrini, refiere a esa hermosa avenida, que cruza los barrios de Palermo y Villa Crespo, únicamente esos dos barrios. Scalabrini, combinación de Viejo y Nuevo, aquella avenida llamada Canning, aquel paradigma de oposición de lo nacional (el nacionalista de Raúl Scalabrini) contra lo foráneo (George Canning), cambio, que según la corriente política, se alternó una y otra vez. Esa avenida, sumamente desconodica, tímida, para nada famosa, que muere en una calle inombrada, absorvida por Warnes, y nace allá a lo lejos, en el parque. Subiendo y bajando, donde el viento siempre azota, donde se pueden observar los bares, las casas del palermo viejo (hoy conservado en villa crespo), intercaladas de esos edificios de la clase media de los 60-80. Esa avenida, donde conviven los armenios, los griegos y los árabes, crizol hermoso de los pueblos más antiguos, y los más sufridos. Donde todavía, se ve, en la impronta de sus veredas, al tano, al gallego, al ruso. Avenida de bares, de inmigrantes, de parrillas y comercios chicos, de iglesias y casitas antiguas, con ochocientos colectivos por cuadra, que parecen ser barquitos de vela, a los que se los lleva el viento; ese río hermoso, que serpentea horizontalmente. La avenida Scalabrini, mi avenida, mi calle, mi lugar.
Yo.


Nos vemos.