El fraserío de la Semana

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sábado, 21 de marzo de 2009

Memorias de la Revolución

Viva la revolución, carajo!
-Anónimo-

La sangre eslava le sulfuraba el tranquilo ánimo ruso, hay cosas que pueden esperar, y hay cosas que no, él no era siervo de nadie, era un hombre libre, un mujik orgulloso, él, él era el pueblo, él era la revolución.

Entre la negrura de la noche, cuando las estrellas descanzaban remolonas sobre sus cuencas celestiales, y la lúna tímida, espiaba a cuarto de ojo lo que transcurría en la tierra, en un baile de flores, jázmines, rosas y margaritas, y espadas, sables, florinetes y machetes, culpables inocentemente ingenuos, ignorantes, no más que niños, ahí un movimiento mal hecho, una reverencia innecesaria, una arruga en el traje.

Y el carmesí líquido corrió por entre los hierros de la increible maquinaria, corroyendo los aceros y oxidando los engranajes. Las piezas comenzaron a raspar y chocar, se vinieron a bajo con un estrepitoso sonido y una humarada de polvo. La revolución había comenzado.

El artillero alzó el rifle, hasta el último aliento, hasta la última exhalación de vida, el último segundo de existencia, subyugado, sometido y totalmente esclavo de un sólo pensamiento: viva la revolución.

Frío acero, espera un minuto- mas no hace caso, y cae degollando la nobleza, decapitando la injusticia en su mísmícima fuente original. Y antes de morir, un áltivo y orgulloso caballero intelectual alzó firme la mirada, y dijo: -disponed, pero recordad, que el mayor enemigo de toda revolución, son los revolucionarios-

Coronado el éxito, la gloria y la victoria. Un tiro en la espalda, un grito desgarrador, la traición, al grito, de, viva la revolución.

Ya el frío calmará esos árdores pasionales. Lejos y en faustosos y farsantes mausoleos quedaron los primeros hombres de pensamientos y palabras, lejos y en anónimas y amontonadas fosas los primeros hombres de actos y actitudes. Ni de hechos ni de palabras, los hombres oportunistas, los hombres de poder dirigen ahora. Viva, viva y viva la revolución.

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