Ese fanatismo exarberado, contagiado de padres a hijos como un virus maligno, un tumor que se expande por nuestra sociedad, sólo tiene similar en los fundamentalistas religiosos. Sólo ellos son un cuadro comparable al que, tristemente, todos debemos presenciar constantemente en este país; no sólo por las características símiles en las actitudes, los odios y la barbarie que presentan, sino porque ambos son perfecta y maquinalmente utilizados por una selecta gama de hombres, a fin de ovejizar a los pueblos, estupidizarlos, volverlos ignorantes e inpensantes. Ellos creen que lo aman, sin saber que lo hacen porque así se los enseñó su padre, su abuelo, sus hermanos, todos los hombres que ellos conocieron, sin saber, que ese desenfreno, esa pasión sin reflexión, que llega hasta el hastío del asesinato, no es más que un frío factor, denominador intermedio a fin de lograr la ecuación perfecta: pueblo x fanatismo = sometimiento. No hay mejor palabra para esto que LOBOTOMÍA: en nada se diferencian ellos, del chico que con igual pasión y amor, es educado desde su primer abrir de ojos en la dedicación a Alá, en nada se diferencian ellos cuando se golpean hasta la muerte, de los hombres que se inmolan en un autobús con 80 personas, sólamente, un paso, un paso, de crueldad explícita los diferencia. En esas sociedades, esa violencia puede llegar a ser tolerada, producto de las continuas guerras a la que esas tierras están acostumbradas. Aquí, la pacedumbre obliga a demostraciones menos drásticas. Un asesinato por allí, un tiro por allá, un golpe por aquí.
En el mismo lugar donde demuestran su desmedido credo, se transaccionan kilos y kilos de drogas diversas, pues una cosa y otra están llevadas de la mano, como si no fuera poco, y a diferencia de los fundamentalistas religiosos, aquí, ese grupo de hombres beneficiados por todo esto, no puede oficialmente mostrarse jefe, por lo cuál designia mafias, diversas, que se gozan de así de un tránsito continuo para sus productos.
Es deprimente, triste, y repugnante hasta que punto nuestra sociedad se ve sometida, burlada, humillada por esta gente que sólo busca extenderse en el poder, y como la masa del pueblo, entera, y todavía creyendo que es un "sentimiento suyo" no sólo se deja arrastrar, sino que va presurosa al matadero.
Ya lo dijo alguien una vez, el argentino es un pueblo de vacas y corderos.
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